Este cuento fue la primera obra de Kawabata y aunque la escribiera en 1926 no estuvo al alcance del lector en España hasta 1969, un año después de obtener el Nobel de Literatura.
En cuanto al contenido, y como sucede a lo largo de su obra,debemos señalar que bien podría ser el relato de una vivencia autobiográfica. El carácter autobiográfico es algo que está presente en toda su obra, como también veíamos en Kioto. A Kawabata lo describían como viajero, de carácter solitario, enamorado del cine y la literatura y, lo más importante marcado por su orfandad siempre tuvo mucho amor por dar y por recibir.
En las páginas de La bailarina de Izú encontramos a un joven tokiota que aprovecha el verano para viajar por el país, encontrándose en el camino a una familia de músicos (que dicho sea de paso, no eran bien recibidos en todas partes por ser de esta profesión) con los que comparte un tramo de su camino. Lo peculiar es que se enamora a primera vista de Kaoru, la hija pequeña de los músicos, y a quien se refiere continuamente como «la pequeña bailarina».
Sin embargo, y sin quitarle importancia al carácter autobiográfico, lo destacable del relato es más bien el estilo, ese lirismo tan cálido y sutil por el que destaca Kawabata. Sus estudios de Literatura en la Universidad lo habían puesto en contacto con las vanguardias europeas influyendo así en sus composiciones. Con su narrativa hace una llamada a los sentidos, desarrollando esa belleza tan típica de Japón que nos transporta a lo Zen.
El léxico es sencillo, la sintaxis es clara y sin darte cuenta estás en ese lugar que describe a golpe de bellas imágenes que muestran complicidad entre las personas y el medio, por lo que también podríamos caracterizarla por ser un relato de tono budista. El toque nostálgico y un tanto triste también alinean este relato que deja un final con sabor a paz.
Imaginaos si es conocido este relato en Japón que en la actualidad a los expresos que llegan a la zona de Izú se les denomina «odoriko», osea, bailarina.
También fue llevada al cine por Katsumi Nishikawa, quien, curiosamente hace dos adaptaciones de la obra, una en 1963 y otra en 1974.
También podemos encontrarlo en la versión animada de 1986, aquí os dejo el enlace para que os arranquéis y lo leáis 🙂