En Japón se le dedica mucho tiempo a la contemplación de la naturaleza, ya sea por el cambio de estación, el color de las hojas de los árboles, el hanami, el tsukimi y todos, porque simplemente, suponen un placer.
La Luna, como elemento natural de gran belleza y motivo de poesías y estéticas, aviva leyendas que se mantienen hoy día en la cultura nipona.
- Una de ellas, es un clásico literario japonés que inspiró la última película de Isao Takahata, La princesa Kabuya, la cual se quedó a las puertas de la mejor película de animación el pasado 2014.
De hecho, editorial Chidori también publicó El cortador de bambú, leyenda japonesa que cuenta como una pareja de ancianos campesinos adoptó a una bella y diminuta doncella, hasta que con el pasar de los años, la princesa tuvo que abandonar a sus padres para regresar a la luna. Además, esta leyenda vincula la importancia de la Luna con el origen del Monte Fuji.
-La otra leyenda lunar está relacionada con la existencia del conejo que habita en el Luna y que, para los japoneses, puede verse clarísimamente. El origen de esta creencia es taoísta y podemos encontrarla en Mitos y Leyendas de Japón, de F. Hadland Davis y publicado por editorial Satori en 2008.
Para unos, el conejo se dedica a machacar en su mortero los ingredientes que componen » El Elixir de la Vida » mientras que, para otros se dedica a moler arroz o a amasar mochi con un mazo.
¿Pero, cómo llego el conejo hasta la Luna? Según cuenta la leyenda, había un conejo que tenía por amigos a un mono, un zorro y una nutria. Un día propusieron que los días de luna llena buscarían comida para dársela a los hambrientos. Todos llevaron algo de alimentos excepto el conejo, que solo había conseguido un poco de hierba. Para solucionarlo, el conejo decidió ofrecer su propia carne de comida para quienes necesitasen alimento. El Rey Cielo, que lo escuchó no permitió que esto sucediera y premió al conejo por su bondad y su buena fe; desde ese momento todos los japoneses son capaces de ver al conejo que habita en la Luna.